Dormir, una necesidad tan cotidiana como vital, no siempre fue como la conocemos hoy.

Aunque la cama es actualmente uno de los muebles favoritos del hogar, su evolución ha sido larga y sorprendente.

Hace 200.000 años, consistía en una simple estera de hierba y ceniza. Con el tiempo, se transformó en complejos diseños con cabeceros, patas talladas y colchones cada vez más cómodos.

 

Sin embargo, en la Europa medieval surgió un mueble peculiar para dormir: el armario-cama. Era una estructura de madera cerrada, con puertas o cortinas, donde una persona —o incluso una familia entera— podía dormir protegida del frío y separada del ganado. Este tipo de mueble se utilizó hasta principios del siglo XX, especialmente durante la llamada Pequeña Edad del Hielo.

 

Pero no solo cambió el mueble, también la forma de dormir. Según el historiador Roger Ekirch, antes se dormía en dos fases: una primera al anochecer y una segunda antes del amanecer, con un periodo de vigilia intermedio. Durante ese tiempo, la gente rezaba, conversaba o incluso visitaba a los vecinos.

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